jueves, 17 de septiembre de 2015

Patatas fritas

No hay tic-tac que me ayude a dormir, pero tampoco hay tic-tac que me torture gritando que es tarde, que el tiempo fuera de estas cuatro paredes corre más que el AVE. ¿Qué más me da si en esta maldita jaula el ave soy yo? 

Ayer perdí mis gafas, están aquí, seguramente bajo de la cama, pero no quiero mirar, ¿y si encuentro al coco? O peor aun, la araña que anoche me miraba fijamente desde las alturas. 

Tomates, también compré tomates, de esos chiquititos que te comes en un bocado. Como disfrutando del crujido de su piel cuando aprieto los dientes mientras escribo estas líneas. Dejo sonar una playlist de Spotify, no me apetece elegir hoy, "The definitive 60s" se llama. Un poco de todo, Van Morrison, Bob Bylan, Led Zeppelin, Jimi Hendrix, Elvis Presley... 

¿Por qué tenemos que elegir en todo momento? Elijo dejarme llevar, si quiero bailar bailo, si quiero no peinarme hoy no lo hago. Total, está lloviendo. 

No desvarío, tan  solo necesito las gafas. 

Vuelve a sonar "Happy together", quiero bailar, lento, moviendo la cabeza de acá para allá. Y me pregunto ¿a quién narices le interesa que esté comiendo tomates?

Volveré a hablar de Londres cuando se lo merezca, ahora simplemente quiero hablar del frío, de la lluvia y de las ganas increíbles que tengo de comer patatas fritas. He de comprar un paraguas. Y patatas fritas, con mucho ketchup. 





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